sábado, 1 de febrero de 2014



La legalización de la marihuana es un hecho que no se debe desconocer
La experiencia en comercialización de tabaco en Colombia hace posible que las tabacaleras de acuerdo con su infraestructura podrían manejar la producción y consumo de marihuana con la respectiva tasa impositiva. Lo que ha legalizado Uruguay es algo que se debió haber hecho hace mucho tiempo por algún país del mundo.

A diferencia de Uruguay no serían las droguerías quienes controlen dicha comercialización, sino que se enfocaría a las grandes cadenas de almacenes que cuentan con la logística necesaria para el expendio en el territorio nacional de acuerdo con unas normas jurídicas y de salud pública instauradas.

Lo que se buscaría es que no llegue el control a los pequeños negocios de barrio que no cuenten con los mecanismos de control adecuado y la posible evasión de impuestos que se generarían de manera legal y que serían cifras significativas, arrebatando el “negocio” a  los mercados ilegales, además que se generarían nuevas fuentes de trabajo en la medida que grandes extensiones de tierra se destinarían para la producción debidamente controlada.

Para Colombia se requiere de una nueva legislación que permita despenalizar la producción y comercialización de marihuana, ya que se trata de un problema más económico que social. 

Aquí no se trata de hablar de moral, sino de dar pasos de animal grande para acabar con  los grandes carteles que se dedican a dicho negocio que es muy rentable y que ha venido deprimiendo la economía de los países productores y consumidores. 

El consumo de drogas ha sido exponencial y hasta el momento ninguna política de control de drogas ha dado resultados positivos.

Lo más posible es que el ejercicio uruguayo generará un efecto dominó en las economías de la región, y no solo con relación a la marihuana sino con la cocaína y demás drogas psicotrópicas.

Ya era hora de que alguien tomara una decisión para combatir de frente el problema de producción y consumo de drogas, y como toda decisión nueva no faltará quienes se den golpes de pecho y se rasguen las vestiduras considerándolo como un hecho aberrante, pero a la postre se verán resultados positivos para una sociedad cada vez más decadente que requiere de soluciones prontas a problemas graves que las aquejan.